SEGURIDAD

Los robos en pisos subieron en un 2015 de buenas cifras

Las cifras policiales del 2015 permiten revelar una buena fotografía de lo que ocurrió el año pasado en Catalunya en materia de seguridad. La primera lectura es indiscutiblemente positiva. Los hechos delictivos se redujeron en un 2,36%, manteniéndose así la tendencia a la baja que se viene registrando desde el 2012. No se trata de encuestas sobre si uno se siente más o menos seguro, se trata de cifras objetivas que indican que la situación en general es más segura. Pero una mirada ampliada en esa fotografía ayuda a entender dónde se ha fallado. Los robos con fuerza en el interior de viviendas crecieron el año pasado un 10%. «Soy el primero en hacer autocrítica. Hay que trabajar más y mejor esta modalidad de delito», reconoció ayer el comisario jefe de los Mossos d’Esquadra, Josep Lluís Trapero.

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Las estadísticas se pueden cocinar, pero las denuncias que se presentan en una comisaría no admiten maquillaje. El año pasado se presentaron 27.481 denuncias por robo con fuerza en el interior de viviendas. Robos sin daño a personas. Se trata de 2.529 asaltos más que en el 2014. Era un secreto a voces que se estaba produciendo un incremento de robos en viviendas.

Lo decían los cerrajeros, que no daban abasto, o los comerciantes de puertas blindadas, que en el último año han multiplicado las ventas de los últimos modelos a prueba de unos delincuentes cada vez más sofisticados en sus métodos de reventar cerraduras. Diferentes mandos de los Mossos d’Esquadra salieron a contar que la gente debía estar alerta ante las señales que las bandas de ladrones dejaban para marcas las viviendas vacías: plásticos en la ranura de las puertas o el felpudo vuelto al revés. Hasta la trisindical de la policía catalana redactó una nota advirtiendo de que las cifras se estaban desmadrando y que faltaban agentes para prevenir e investigar.

Pero una cosa es lo que se dice y otra ver las cifras reales. El comisario Trapero hizo autocrítica y explicó que desde que se tuvo constancia de ese incremento se ha variado la operativa para afrontar el problema creando hasta tres grupos de investigación centrados en este tipo de bandas.

Trapero no cree que el incremento de robos en viviendas sea consecuencia de que los Mossos hayan primado la investigación o prevención de otro tipo de delitos como el robo de cobre, o el yihadismo que desde el año pasado centra buena parte de la estrategia de todas las policías.

El comisario jefe enumeró una serie de elementos que ayudan a entender mejor el fenómeno. Por ejemplo, para un delincuente es mucho más barato penalmente entrar por la fuerza en un domicilio que complicarse con delitos que afectan a personas. El comisario se mojó y opinó que «son insuficientes» las penas de entre dos y cinco años con las que actualmente se castiga un delito que él considera «muy grave» porque, más allá de las cosas que el ladrón se lleva, está la angustia que provoca en una familia saber que su morada ha sido violentada.

Y, precisamente por esas penas bajas, cada vez es más complicado, entiende Trapero, que los jueces autoricen a los investigadores órdenes de entrada y registro, intervenciones telefónicas o posicionamientos de sospechosos a partir del móvil. «No es una crítica, es una constatación. Hay dificultades para investigar a estas bandas», indicó. Por eso, el conseller anunció una ronda de entrevistas con jueces y fiscales para tratar esta cuestión y tratar de desencallar esas autorizaciones que, por el momento, se dan en cuentagotas si se trata de investigar bandas de ladrones de pisos.

Más de la mitad de los ladrones de pisos detenidos son autóctonos, aseguró Trapero. E indicó que, a diferencia de años atrás, cuando los delincuentes tenían problemas para colocar los productos robados, actualmente hay un mercado de segunda mano que lo comercializa absolutamente todo con muchísima facilidad.

El comisario pidió tiempo para invertir una realidad que preocupa a la cúpula de la policía y en la que pondrá todos los efectivos a su alcance. Estuvo bien que, durante la rueda de prensa, fueran los propios mossos y políticos los que hicieran la autocrítica incidiendo en las materias en las que hay que mejorar.

Detrás de cada uno de los 481.881 hechos denunciados hay una víctima. Y muchísimo dolor cuando esos hechos son los denominados delitos contra las personas. También descendieron el año pasado.

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De manera espectacular los asesinatos y homicidios, pero ese descenso merece la pieza inferior que acompaña este texto. Suben en cambio las agresiones y abusos sexuales. Y conviene pararse en estos datos. Las agresiones se incrementaron en un 2,26%. Se pasó de 665 denuncias a las 680 del año pasado. Son 15 más. Algo parecido sucede con las agresiones sexuales. El incremento es de un 7,12%.

El año pasado se denunciaron 767, que son 51 más que el año anterior. En verdad son pocas denuncias más, 15 y 51, pero se trata de hechos que ocasionan un gran dolor a las víctimas. Trapero mostró su convencimiento de que junto al incremento, que admite, hay una mayor predisposición de las víctimas a denunciar: «Las comisarías son cada vez lugares más cómodos para narrar delitos muy duros». Y también hay que reconocer en esa cifra el resultado del trabajo intenso que se hace en los colegios y los centros médicos, donde los profesionales están cada vez más atentos a la detención y denuncia de este tipo de delitos sexuales.

Para acabar otra cifra que desciende y que tiene que ver con esa menor incidencia delictiva del año pasado. El número de arrestados disminuyó en un 13,13%. Se detuvieron a 38.296 personas. Las indicaciones para este año son que siga bajando esa cifra porque los mandos policiales buscan los que se podría denominar «detenciones de calidad», y no convertir el arresto en un castigo para el sospechoso.

La cifra más baja de asesinatos de la última década

Hoy por hoy no existe ningún estudio policial o científico que ayude a entender por qué la cifra de homicidios y asesinatos sube o baja de un año para otro. Pero lo cierto es que las cifras del 2015 son las más bajas de la última década en Catalunya. Hasta el punto de que en regiones policiales como Girona, si no llega a ser por la mujer que el 9 de diciembre saltó desde un 13 piso después de arrojar a sus hijas al vacío, no se hubiera producido ni un solo asesinato.

Pero, volviendo a las cifras generales, el año pasado se registraron 42 muertes violentas. Lejísimos quedan aquellos tiempos, en 1996, por ejemplo, que se contabilizaron 96 muertes violentas. Detrás de cada asesinato hay dolor y una historia que en ocasiones sigue incompleta porque cuatro de los homicidios están pendientes de resolver.

La cifra de asesinatos permite entender la realidad de la violencia de género. El 19% de las víctimas son mujeres a manos de sus maridos. Y un 31% son asesinatos en el ámbito doméstico, muertes que son entre pareja. Hay cinco padres asesinados por sus hijos y el ya citado y dramático episodio de Girona de finales de año. Tres de las muertes se produjeron por robos con violencia en el interior de vivienda y el resto en el marco de una pelea o enfrentamientos de bandas dedicadas al narcotráfico. Este descenso en el número de asesinatos tiene mucho que ver con el balance en general. La delincuencia, pese a todo, es mucho menos violenta. Porque hay conciencia de que las penas por delitos de sangre son muy elevadas. Y no existe en Catalunya un problema grave de crimen organizado.